El hombre sale en su búsqueda. Los árboles son la compañía de la mujer. Ella se esconde. Cada tronco parece ser una tenue figura. La ilusión se apodera y el canto de la brisa calma al perseguidor. Las gotas de sudor caen por su rostro. Un frío penetrante recorre su cuerpo. La imagen lo abraza y un grito embrujador se escucha.
El hombre despierta desconsolado. Una hermosa mujer está secando el sudor y dándole un vaso con agua. Presuroso el hombre la abraza y decepcionado descubre aquellos cabellos rizados en la soledad...
Por Luis I. Rodríguez
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