La ilusión penetra mi intimidad,
los lirios rojos almacenan amor
y el poema encantado sonríe
con las alas de alegría golpeando
la búsqueda de la verdad.
Los hombres gimen en profundidad,
batiendo las alas como hojas ebrias.
Los hombres observan con ironía
la belleza natural;
los árboles baten sus ramas con alegría,
profundas
en el verdor del pensamiento humano.
La niebla acompaña la soledad con
ramos enrojecidos de vida,
trae la esperanza en su diáfano caminar
un pensamiento revelador, el amor.
El reloj sigue golpeando el horizonte,
el hombre transformando su espíritu.
El reloj sigue golpeando el horizonte,
el hombre transformando su espíritu.
Por Luis I. Rodríguez
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