¡Una gota de rocío refresca mi alma!
El calor abrazador desencadena angustia,
los labios ardientes ansían beber
del tazón de tu cuerpo, el dulce amor.
¡Oh, tu piel bronceada trae los perfumes de vida!
Una copa de vino está cubierto de nostalgia,
se embriagan mil besos en tu sonrisa,
duermen mis sueños en tu manantial.
Las gotas de la noche corren por tus venas,
la lluvia de verano calma tu ansiedad,
una brisa ligera sofoca tu locura corporal,
la tierna figura sonríe al atardecer.
Las románticas noches de verano despiertan
los pensamientos de luna cual rayos hambrientos.
Los cristales de cuarzo pulidos y adornados
recorren tu figura esbelta con ternura.
¡Una gota de rocío refresca mi alma!
Mi alma flamea en el manantial.
Tu sombra sigue vigilante de pasión
entre los diáfanos jardines de Amor.
¡Oh, tu piel bronceada trae los perfumes de vida!
Gotas de la noche, efluvios de amor que
recorren presurosos el aroma de rosales
en el profundo misterio de tu Amor.
El calor abrazador desencadena angustia,
los labios ardientes ansían beber
del tazón de tu cuerpo, el dulce amor.
¡Oh, tu piel bronceada trae los perfumes de vida!
Una copa de vino está cubierto de nostalgia,
se embriagan mil besos en tu sonrisa,
duermen mis sueños en tu manantial.
Las gotas de la noche corren por tus venas,
la lluvia de verano calma tu ansiedad,
una brisa ligera sofoca tu locura corporal,
la tierna figura sonríe al atardecer.
Las románticas noches de verano despiertan
los pensamientos de luna cual rayos hambrientos.
Los cristales de cuarzo pulidos y adornados
recorren tu figura esbelta con ternura.
¡Una gota de rocío refresca mi alma!
Mi alma flamea en el manantial.
Tu sombra sigue vigilante de pasión
entre los diáfanos jardines de Amor.
¡Oh, tu piel bronceada trae los perfumes de vida!
Gotas de la noche, efluvios de amor que
recorren presurosos el aroma de rosales
en el profundo misterio de tu Amor.
Por Luis I. Rodríguez
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