sábado, 23 de mayo de 2009

EL SILENCIO EN EL BOSQUE...




El silencio penetrante en el bosque
estremece e interroga al visitante.
En la proyección,
una sombra recae
cual figura embrujante.
El sonido de un cántaro
retumba en el vacío
llamando al ermitaño,
observador incansable
del horizonte humano.
La sombra sigue al principiante,
siendo una proyección de sí mismo;
un espejo devorador yace persiguiendo
el pensamiento de un quehacer angustiante
cual mariposa danzante en la búsqueda
de la muerte azul de los rayos luminosos
proyectados en el existir.
El bosque escucha los gritos,
los lamentos son la sospecha de la indiferencia,
la sombra es un espejo reflector
de nuestra sordidez y vacuidad.
El hermano árbol escucha la ideación poética y
se vuelve sordo ante nuestra incredulidad,
es insensible como el vetusto talador,
cuya destrucción enseñorea al amo
de la esclavitud de sí mismo
y sobrevive a los sobrevivientes
al esperar el sentido de Libertad.

Por Luis I. Rodríguez

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