La vida humana es una obra de teatro, en donde existen escenas que se presentan como óleos en el más significativo y cálido de los museos personales. Al caminar, las acciones danzan y ondean ideas sentimentales de profundas transformaciones… El fuego calienta e ilumina el ambiente escénico. El óleo permanece siempre ahí y ahora con sus personajes, vibrando al son de una contemplación, de una sonrisa o enfocando nuevos sueños. Un mundo se representa en la mente. Somos una pintura depositaria de sentido o de un sin-sentido. Un cuadro de la vida surge al caminar. En el museo más concurrido del mundo, tú estás ahí viviendo, asombrado y admirando la realidad, analizando las pinturas oleicas y excluyendo aquella figura que impide la penetración de los rayos del astro rey. La escultura personal será un cimiento de conocimiento en el amor y un levantar vuelo cual mariposa de mil estéticos colores cuando se aprende a ver en el interior el desorden dialéctico en espiral hacia la trascendencia de sí mismo. Cada obra teatral guarda un fantasma escondido.
Por Luis I. Rodríguez
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