“El que no quiere nada,
ni espera nada,
ni tiene nada,
no puede ser artista”.
Anton Chejov
La Literatura en su contexto busca encantar al hombre y prepararlo a la búsqueda del camino hacia el poema sinfónico, cuya tonalidad transmite significados a través de un texto. El conjunto de ideas al fluir en el entramado, proyecta una imagen que engrandece al espíritu y lo hace vivenciar el proceso histórico. La Literatura es la vida del espíritu que rompe la superficialidad cotidiana.
En la totalidad hay armonía, comprensión, sonoridad. De ahí que, la naturaleza maternal acaricia y extiende la mano a la evocación de la intimidad, a la creatividad. Una idea es la realización potencial del todo en su aventura cósmica por desarrollarse. La naturaleza es aquella madre amante de la sabiduría, amante de soñadores y encantadores a la luz de la palabra.
La Literatura es el campo abierto que ilumina cual tea a un “principiante” en el amanecer próximo de las palabras. El cultivo cotidiano comienza con la preparación del terreno textual. El terreno se torna pedregoso, al no trazar un derrotero o un camino ideal para arrancar las malezas u obstáculos que impiden el crecimiento y el desarrollo de la palabra en la producción literaria.
Al florecer el texto, comienza la emanación de nuevas situaciones análogas y paradójicas. Aquí, las palabras no son vacías en significación, sino que en ardorosa marcha triunfal germinan cual planta en átomos de vida cognitiva. El fruto de la “palabra” es la misma “palabra con sentido”. Por eso, la palabra es el fruto que hace reír, soñar, embellecer, laborar, inteligir, investigar, creer, conocer, cultivar...
La Literatura es el agua de vida en la palabra. El escritor – el principiante – es el mago de la palabra. En el teatro vivencial es el encargado de maravillar, encantar y asombrar al espectador con tan gran “don”. Es como aquel jugador de ajedrez que en franca lid posibilita el éxito de la palabra. Por eso, en esa escenificación, los personajes se tornan reales o ideales en el camino de la felicidad.
La Literatura es el sendero de la imaginación perenne que en constante reflexión llega “a una razón” lógica y a vislumbrar una simbología. Como campo de reflexión presento un texto de Arthur Rimbaud, titulado:
La Literatura es el camino constante que genera “cultura”. Para quienes se van y para los luchadores del éxito, la Literatura es la sabia que recorre las venas del cosmos en la búsqueda de “alguien” que posibilite un “quehacer vivencial”.
La Literatura es la máquina viajera y transformadora de insignes ilusiones humanas en la búsqueda de sí mismo. Es aquella lluvia que riega el espíritu con un sinfín de contextos. La invitación está en identificar el contenido y transmitirlo a generaciones futuras. Por eso, “el partir es un dejar de ser para comenzar a ser”. Salgamos al encuentro de la palabra, expresada en la Literatura a través de la lectura.
El camino está cercano, exaltando el laberinto de la vida. Por eso, Arturo Roa Bastos dice que “... La tarea del lector es hacer que el texto no escrito se escriba en su interioridad, se proyecte en la pantalla de su intimidad, en la cámara oscura de sus sentimientos, ideas, obsesiones, recuerdos, olvidos”.
En la totalidad hay armonía, comprensión, sonoridad. De ahí que, la naturaleza maternal acaricia y extiende la mano a la evocación de la intimidad, a la creatividad. Una idea es la realización potencial del todo en su aventura cósmica por desarrollarse. La naturaleza es aquella madre amante de la sabiduría, amante de soñadores y encantadores a la luz de la palabra.
La Literatura es el campo abierto que ilumina cual tea a un “principiante” en el amanecer próximo de las palabras. El cultivo cotidiano comienza con la preparación del terreno textual. El terreno se torna pedregoso, al no trazar un derrotero o un camino ideal para arrancar las malezas u obstáculos que impiden el crecimiento y el desarrollo de la palabra en la producción literaria.
Al florecer el texto, comienza la emanación de nuevas situaciones análogas y paradójicas. Aquí, las palabras no son vacías en significación, sino que en ardorosa marcha triunfal germinan cual planta en átomos de vida cognitiva. El fruto de la “palabra” es la misma “palabra con sentido”. Por eso, la palabra es el fruto que hace reír, soñar, embellecer, laborar, inteligir, investigar, creer, conocer, cultivar...
La Literatura es el agua de vida en la palabra. El escritor – el principiante – es el mago de la palabra. En el teatro vivencial es el encargado de maravillar, encantar y asombrar al espectador con tan gran “don”. Es como aquel jugador de ajedrez que en franca lid posibilita el éxito de la palabra. Por eso, en esa escenificación, los personajes se tornan reales o ideales en el camino de la felicidad.
La Literatura es el sendero de la imaginación perenne que en constante reflexión llega “a una razón” lógica y a vislumbrar una simbología. Como campo de reflexión presento un texto de Arthur Rimbaud, titulado:
A una razón
“Un golpe de tu dedo sobre el tambor
descarga todos los sonidos
y da comienzo a la nueva armonía.
Un paso tuyo es el alzamiento de los nuevos hombres
y su puesta en marcha.
¡Tu cabeza se aparta: el nuevo amor!
¡Tu cabeza se vuelve: el nuevo amor!
“Cambia nuestras suertes, acribilla las plagas,
comenzando por el tiempo”, te cantan esos niños.
“Eleva hasta donde sea la sustancia de nuestras fortunas
y de nuestros deseos”, te ruega.
Llegada desde siempre, te irás por todas partes”.
descarga todos los sonidos
y da comienzo a la nueva armonía.
Un paso tuyo es el alzamiento de los nuevos hombres
y su puesta en marcha.
¡Tu cabeza se aparta: el nuevo amor!
¡Tu cabeza se vuelve: el nuevo amor!
“Cambia nuestras suertes, acribilla las plagas,
comenzando por el tiempo”, te cantan esos niños.
“Eleva hasta donde sea la sustancia de nuestras fortunas
y de nuestros deseos”, te ruega.
Llegada desde siempre, te irás por todas partes”.
La Literatura es el camino constante que genera “cultura”. Para quienes se van y para los luchadores del éxito, la Literatura es la sabia que recorre las venas del cosmos en la búsqueda de “alguien” que posibilite un “quehacer vivencial”.
La Literatura es la máquina viajera y transformadora de insignes ilusiones humanas en la búsqueda de sí mismo. Es aquella lluvia que riega el espíritu con un sinfín de contextos. La invitación está en identificar el contenido y transmitirlo a generaciones futuras. Por eso, “el partir es un dejar de ser para comenzar a ser”. Salgamos al encuentro de la palabra, expresada en la Literatura a través de la lectura.
El camino está cercano, exaltando el laberinto de la vida. Por eso, Arturo Roa Bastos dice que “... La tarea del lector es hacer que el texto no escrito se escriba en su interioridad, se proyecte en la pantalla de su intimidad, en la cámara oscura de sus sentimientos, ideas, obsesiones, recuerdos, olvidos”.
Por Luis I. Rodríguez
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