lunes, 15 de junio de 2009

UNA NOCHE...




¡Qué noche estrellada y encantada
vive sollozando en mis pensamientos!

¡Qué noche de suaves olores a lunada,
impregna tu huella en mis sentimientos!

Tu presencia calla las vibraciones y emociones,

tu sonrisa se hace la fiel amiga incomparable.

Una voz firme y tierna alienta sin vacilaciones
el valeroso espíritu danzante y entrañable.

En la noche el espíritu se proyecta significante
al reconocer el sentido de la inmensidad.

Una estrella guía al ingenioso principiante

desde la potente luz en la tenebrosa profundidad.

Noche estrellada en el camino pedregoso,

cabellos oscuros en el latente horizonte,
volátiles cual aroma voluptuoso

en el manantial del ilustre itinerante.

¡Oh, si hoy pudiese estrechar tus manos
y suavizar tus labios con los míos!


Por Luis I. Rodríguez

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