Compadecido un sátiro de un caminante a quien encontró metido en la nieve y casi helado se lo llevó a su cueva, y lo puso junto al fuego para que se reanimase. El hombre se arrimaba las manos a la boca y soplaba en ellas, y, preguntándole al sátiro por qué hacía aquello, le respondió que para calentárselas; poco después se sentaron a la mesa y, como el hombre soplase también la comida, le volvió a preguntar el sátiro con qué objeto lo hacía, y él respondió que para enfriarla. En cuanto el sátiro oyó eso, echó fuera al hombre, diciendo:
-No quiero tener en mi cueva a quien tiene boca de propiedades tan contrarias.
Guardaos de tener con vosotros a hombres cuya lengua esté hecha al doblez y la falsedad.
Esopo. En Fábulas esópicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario