La grisácea luz emana alegría
al calor del trino del gorrión.
Las gotas de rocío caen puras
en la fresca hierba al amanecer.
La hierba retumba gracia,
al recibir el manjar de vida
en aquél crecimiento musical.
Una hoja ondula en el corazón.
La planta mueve las hojas,
en silencio lánguido saborea
el dulce néctar del manantial.
Una gota de agua se resiste a caer.
Una flor espera el llamado lenticular
para hacer crecer el tibio polen
de entrañas en diamante.
Los rayos del sol aparecen en el horizonte.
Dichoso el intrépido colibrí,
al traspasar la callada puerta,
dejando huellas de una tenue ensoñación.
¿Quién amordaza a la abeja en el panal?
El sonido del furioso viento
alimenta las entrañas de mi ser,
cual verso de agua en esencia.
¿Quién interroga al hombre en la profundidad del Eos?
¿Quién llama en el Eos de la Fuente?
Un pensamiento...
Por Luis I. Rodríguez
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