Un pobre le fue a pedir limosna a un rico y éste no le dio nada.
-¡No te quiero ver por aquí! -le dijo.
Pero el pobre no se movió.
Entonces el rico se enfadó y le tiró una piedra al mendigo.
El pobre cogió aquella piedra, se la guardó entre sus harapos y dijo:
La guardaré hasta que me llegue la hora de tirártela.
Pasó el tiempo. El rico cometió un delito, fue despojado de cuanto tenía y llevado a la cárcel.
Al verle pasar esposado, el pobre se le acercó, sacó la piedra y levantó la mano para tirársela; pero, pensándolo mejor, la dejó caer al suelo y dijo:
-No ha servido para nada guardar la piedra tanto tiempo. Cuando era rico y poderoso, le temía; ahora que le va mal, le compadezco.
TOLSTOI, León. Fábula.
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